La fotografía de bodas es una especialización que con el paso de los años se llega a sentir por dentro. Algo que se retransmite en cada una de las fotografías realizadas, captando detalles únicos e imperceptibles para la gran mayoría.
Siempre digo que para entender un trabajo de esta envergadura, debemos pensar en un lienzo en blanco y no ver desde la propia pintura terminada. El arte de hacer fácil lo difícil.
Captar de una manera documental detalles que no están programados, situaciones impredecibles con este nivel de detalle, solo se puede conseguirse tras cientos de bodas y años de duro trabajo, para finalmente conseguir un estilo único y reconocible.
Y eso conseguimos en la boda de Javier y Ana, en el precioso Palacio de Santa Cristina. Donde con una visión documental, transmitimos cada momento de una manera única que recordarán toda la vida.
El precioso vestido de Ana es de la diseñadora Inmaculada Rodriguez junto con unos zapatos de uniqshoes y el ramo de jardinería Sara. El novio llevó un elegante traje de Chevalier.
El catering de la mano de la empresa sevillana Guadalquivir.
El cambio de la novia, ceremonia civil, cóctel, banquete, baile y fiesta posterior fue desarrollado dentro del espectacular Palacio de Santa Cristina en Trujillo, Cáceres.
Para terminar, agradecer el magnífico trabajo de las wedding planner de Eme&Be.
Gracias por seguir haciéndome partícipe de algo tan único y especial.
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