Una boda en Madrid generalmente es un continuo viajar de un punto a otro. Tan pronto estás cerca de Barajas, como viajas al centro para visitar a la novia y caminas desde su casa a los Jerónimos. Para después terminar a las afueras con un banquete por todo lo alto en la preciosa finca El Tomillar.
A Alberto le conocí hace muchos años en un trabajo que realicé para ellos en Las Tablas, aunque su hermana fue la artífice de todo, una chica fantástica a la que por coincidencia de fechas no pudimos realizar su boda (todavía me duele). Una familia que te trata con los brazos abiertos y te hace sentir como en casa.
Con Ana fue un encuentro más casual, conociéndonos por primera vez en un reportaje de pareja en Madrid mientras pasábamos la tarde en varios de los preciosos parques de la capital. Una chica dulce y encantadora, que en un principio parecía tímida hasta que la conocí en su boda.
Durante las primeras horas de la boda fuimos de un lado para otro con los tiempos muy marcados, pero fue ya en la Finca El Tomillar donde todos nos pudimos relajar un poco y disfrutar realmente de la fiesta. Alberto y Ana tenían una sonrisa permanente y las fotos dan buena cuenta de ello. Del buen ambiente, de las ganas de disfrutar de cada momento y de lo importante que era para ellos tener a los invitados más especiales reunidos.
La boda de Alberto y Ana fue sin duda un gran espectáculo.
¡Un fuerte abrazo para todos!
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