Subir a la Vera siempre es un auténtico lujo, tanto por su «microclima», como por su paisaje.
Nerea y Roberto me llevaron a una zona que no conocía, una pequeña parte de la sierra que bordea Losar de la Vera donde pasamos una gran tarde. Además, nos libramos de un tormentón que sacudió el cielo a los pocos minutos de terminar la sesión. Quizás incluso hubiera quedado bien para las fotos… quién sabe.
¡Un fuerte abrazo pareja!
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